Puerto Madryn me decepcionó. En muchos sentidos. Porque el turista no debería ser engañado, porque las cosas pueden hacerse de muchas formas y, pese a lo que te digan, visitar la península de Valdés sin tour organizado es posible. ¡Que no te engañen!

En mi descenso de Buenos Aires a Ushuaia a dedo por la ruta 3 tenía clara una parada: Puerto Madryn y la Península de Valdés. Había leído muchas cosas buenas, había escuchado historias de ballenas y orcas en las orillas del mar y maravillas de la Península. Y, por supuesto, y como siempre, mi intención era clara: quería visitar la Península de Valdés sin tour organizado.

Animales y avistamientos por meses...

Fernando, el mejor camionero de la ruta 3, me dejó en Puerto Madryn de noche, así que tras chequear el primer hostal que encontré, ver que era aceptable, que estaba bien situado y que el precio no era excesivo acepté. No quería que además de acercarme hasta el centro tuviese que soportar todo mi proceso de elección del hostal más barato (:D). Y así fue como caí en el Loica, un hostal sin muchas pretensiones, con un chico bastante poco informado por las noches y un baño bastante deficiente. Quien lee el blog sabe que no suelo hablar de hostales, ni suelo hacer críticas, pero sinceramente creo que éste se la merece. Porque no me parece legal, justo ni ético, y es responsabilidad del viajero denunciar este tipo de prácticas, para que no se asuman con normalidad...

Lo mejor del hostal fue sin duda su desayuno, y hasta ese me lo estropearon. Un chico, más informado que el de la noche, comenzó a hablarme de los tours para visitar la península, de sus precios y me afirmó que no era posible visitar la Península de Valdés sin tour organizado.

Hablaba de 900 pesos, más 260 de entrada. Casi 1200 pesos argentinos, casi 80 euros por una excursión de un día, sin nada más que el transporte en autobús, unos 300 kilómetros.

Sonriendo, le dije que siempre hay otra forma, más barata y más arriesgada, y mientras él negaba con la cabeza, apareció un chico francés que me comentó que sí. Él había ido a la Península de Valdés sin tour organizado, había conocido a otras 3 personas, y juntos habían alquilado un coche, y, sin duda, les había salido más barato. A él también los precios le parecían abusivos. Era temporada baja y no tenía tan claro que pudiese encontrar 3 personas más, así que seguí con mi búsqueda. ¡Por suerte había madrugado un poquito!

El mismo chico francés me dio la siguiente opción. Había hablado con  una pareja que estaban en el hostal y ellos lo habían hecho desde Puerto Pirámides, el pueblecito que ya está en la Península de Valdés. Pregunté de nuevo en el hostal. Al fin y al cabo, aunque no me interesaba el tour, el chico estaba siendo bastante simpático.

No hay opciones en Puerto Pirámides, me dijo. Una vez allá, no tendrás ninguna opción para ver la Península, es grande y no hay promotores turísticos. Es un pueblo muy chico. Pero bueno... puedes ir hasta allá y ver, pero el autobús ya te cuesta 100 pesos, más los 100 de vuelta.

Busqué a la pareja del hostal. No podía ser tan complicado. O quizás sí. Me dijeron que había hostales, y más baratos, que había un camping que estaba cerrado por fin de temporada, pero te dejaban acampar allá, sin servicios, pero de forma gratuita. Y que ellos, con otros 2 habían contratado a un conductor que les hiciese el tour, y entre 4 salía más económico. Además, ellos habían visto gente haciendo dedo por la mañana, esperando que alguien les llevase por la Península. Así que el autostop también era una opción.

Estaba claro, opciones había.

Recogí todas mis cosas rápidamente, y volví a darle una oportunidad al chico. Le dije que me iba a Puerto Pirámides, que me arriesgaba con la opción y que quería hacer el check out. Sonrió y se puso a atender a otros clientes y a hablar con ellos. Yo, sin ser consciente de que el tiempo jugaba en mi contra, esperé pacientemente. Fueron más de 20 minutos los que esperé, hasta que él acabó con la pareja.

Hice el Check out, y con un toque de ironía afirmó que llegaría a la Península a dedo. No entendí así que le hice repetir. Según tenía entendido, había un autobús.

El único autobús se ha ido ya. Salió hace 10 minutos. 

Lo miré sin comprender. No podía hablarme en serio. Si él hubiese sido más rápido, o me hubiese hecho el check out, hubiese llegado a tiempo. Agarré la mochila y me fui. Al fin y al cabo en Argentina los autobuses no siempre salen puntuales. Quizás estaba de suerte.

Llegué corriendo a la estación y mi autobús, naturalmente, no estaba. Paré a retomar aire y, después, fui a preguntar a la taquilla. Mi autobús no estaba, pero había otro a las 16:00.

No me lo podía creer. ¿Se estaba riendo de mí el chico del hostal? Dejé la mochila en la consigna de la estación y me fui a dar una vuelta por Puerto Madryn, tenía más de 5 horas para pasearlo un poco.

 PUERTO MADRYN

Puerto Madryn es una ciudad muy turística aunque su principal atractivo no está en la ciudad, si no en la cercanía a la Península de Valdés. Aún así, tiene un paseo interesante por la costa hasta la estatua del indio y las cuevas donde los primeros colonos galeses vivieron recién llegaron a Argentina.

La verdad es que no me impresionó demasiado, me pareció un mar azul bonito pero una costa algo sucia, una ciudad sin una energía especial y el mayor entretenimiento que tuve fue un montón de pájaros que atacaban los trozos de manzana que les tiraba y no se asustaban de mi cámara. Y la contínua sensación de ser una cartera con piernas.

PUERTO PIRÁMIDES

El autobús a Puerto Pirámides cuesta unos 90 pesos y es al llegar a la Península de Valdés cuando pagas la entrada al parque de 260 pesos.

El sentimiento fue el contrario en Puerto Pirámides. Sentí paz y tranquilidad. Era un pueblo, la gente era simpática, dispuesta a ayudar y darme la información necesaria. El paisaje también era más bonito y tenía más personalidad, el hostal estaba casi vacío, era 80 pesos más barato (casi la mitad) y el chico era muy simpático. Allí conocí a Alfredo Néstor, un señor jubilado del noroeste de Argentina que viajaba en coche. En seguida le propuse compartir gastos de gasolina y le pareció buena idea. Cenamos juntos un pescado que el chico del hostal nos regaló, diseñamos la ruta y al amanecer del día siguiente salimos a recorrer la Península de Valdés sin tour organizado y dispuestos a capturar una orca con nuestra cámara.

Vista de Puerto Pirámides

 LA PENÍNSULA DE VALDÉS SIN TOUR ORGANIZADO

La Península de Valdés tiene unos 90 kilómetros de largo así como 90 de ancho y está comunicada por caminos de ripio. Recorrerla en  coche no es sencilla, lleva su tiempo y, además, hay que ir sorteando los diferentes animales que cruzan la carretera; ñandúes, guanacos, armadillos,...

Además de los animales terrestres, desde la Península de Valdés es posible divisar cantidad de aves, y la famosa Isla de los Pájaros, en la que se cree se basó Exupéry para su famoso sombrero/boa-come elefantes.

Pero el verdadero atractivo de la Península es el avistaje de animales marinos que varía según la época de visita. En nuestro caso, a principios de abril, estábamos en plena época de varamiento de orcas en la costa. Según mi compañero, y por la información que había recibido en las informaciones turísticas, era más sencillo verlas con marea alta, así que la ruta la diseñamos basándonos en eso y fuimos primero a Caleta Valdés, para después ir a Punta Norte.

Casi por casualidad, paramos en la pingüinera y fue la mejor decisión que tomamos. Allí, decenas de pingüinos cambiaban su plumaje a escasos centímetros de nosotros, cantaban y se hacían carantoñas. Y fue allí, donde comprendí que la canción de Pingüinos en la cama de Arjona era la canción más equivocada del mundo.

A lo largo de la costa, los elefantes y leones marinos se relajan y nadan en las aguas azules turquesas, y las algas flotantes nos engañaban una y otra vez haciéndonos creer que seríamos afortunados de ver una de las deseadas orcas. El guarda de Caleta Valdés nos informó que el día anterior habían visto orcas en Punta Norte y, que esa misma mañana, se les había visto pasar en la distancia.

Nos recomendó ir por la costa de la Península Valdés hasta Punta Norte ya que era allí donde, él creía, había más posibilidades de avistamiento, aunque, para ser sinceros, el día estaba bastante ventoso.

 Y así fue. El día estaba bastante ventoso. Y bastante frío. Y no vimos orcas, pero sí una gran cantidad de lobos y elefantes marinos, dos armadillos, guanacos, ñandues y martinetas.

Incluso sin orcas, ni ballenas, la visita a la Península de Valdés sin tour organizado mereció la pena ¡y me salió de lejos más barato que con un tour!

PRECIO PENÍNSULA DE VALDÉS SIN TOUR ORGANIZADO VS PENÍNSULA DE VALDÉS CON TOUR ORGANIZADO 

¿Cuánto cuesta ir a la Península de Valdés sin tour organizado? El precio propuesto por el tour a la Península de Valdés fue de 880 pesos (unos 55 euros), más los 260 pesos de la entrada (unos 17 euros) y las dos noche de hostal por 160 pesos diarios; lo que hacía aun total de 1460 pesos (unos 95 euros).

Sin embargo, al ir a Puerto Pirámides y visitar la Península de Valdés sin tour organizado pagué un total de 824 pesos (unos 52 euros): siendo 200 pesos por las dos noches de hostal, y teniendo en cuenta que podría haber elegido la opción de acampar gratuitamente por estar en temporada baja, 91 pesos del autobús, 25 de la consigna para mi mochila en la estación de autobuses de Puerto Madryn, 260 de entrada y 250 pesos que pagué de gasolina a mi compañero de aventuras (y que por ese dinero me dejó también en la ruta 3).

Es decir, ahorré más de 630 pesos, lo hice a mi ritmo y, como siempre, disfruté más.