Llegué a Puerto Morelos cansada de Cancún y decepcionada con Islas Mujeres. A decir verdad, y como ya conté, no sé si fueron ellas con sus turistas, su fiesta y sus aglomeraciones o fui yo, demasiado novata, demasiado cansada y desubicada. Pero, como fuese, no las disfruté como esperaba. Preguntándome si todo sería así y si el problema lo tenía yo, me dejé caer en Puerto Morelos, un pueblecito tranquilo a unos 30 kilómetros de Cancún.

Caí ahí por una pequeña reseña en algún libro que husmeé en alguna estantería de un hostal. Me gustó automáticamente. Puerto Morelos estaba en mi camino a Tulum, sonaba encantador y muy tranquilo. Así que, apenas 40 minutos de carretera después, me bajé con cuatro locales de un autobús a rebosar de turistas que se dirigían a Tulum.

Puerto Morelos, como todas las ciudades mexicanas que he visto hasta el momento, está dividida en la colonia (donde generalmente viven los locales) y la zona hotelera cercana a la playa. Buscando no gastar demasiado, dejé la zona hotelera a mi espalda y busqué un hostel en la parte de la colonia. Allí me encontré con el único hostel del pueblo (al menos hasta el momento) que Sophie, una joven francesa de 26 años, acababa de abrir. Como, a pesar de ser claramente lo más barato del lugar, sobrepasaba lo que tenía pensado para alojamiento, hice check-in solo para un día. Todavía era temprano, asi que tendría tiempo de visitar la zona de la playa, descansar y al día siguiente seguiría mi camino.

Supe que me quedaría un día más en el momento que vi su  pequeño muelle, su faro torcido y su playa, tan azul y de arena tan blanca y fina como la de Isla Mujeres, pero mucho menos congestionada. El ambiente, aunque turístico, se notaba más relajado, de gente más mayor y de estancias más largas. Fue ahí donde me pegué, por fin, mi primer baño en el mar.

El atardecer lo pasé charlando con una pareja de Chicago en la plaza principal del pueblo, mientras tenía lugar una feria de artesanos y, por alguna razón que no llegué a saber, ofrecían tamales y atole, una especie de batido de cacao pero que contiene maíz.

Al día siguiente, decidí caminar los 2 kilómetros de manglar que separa los dos Puerto Morelos. Un paseo cómodo y sin complicaciones, una bonita idea hasta que mi cabeza empezó a pensar en cocodrilos hambrientos. Por suerte, parece ser que el manglar y el ruido los mantiene alimentados y alejados y no  tuve sorpresas.

Me asé al sol, me refresqué en el agua, leí, escribí, me volví a resfrescar y cuando no pude más, busqué un lugar donde comer. Comí rico, mucho y barato en un pequeño restaurante en la avenida, donde compartí una bonita charla sobre el amor, la paz y la vida con Enrique, el dueño del restaurante. Fue en Puerto Morelos donde sentí, por primera vez en México, ganas de charlar y conocer a quien se sentaba en su mesa. Allí, con el estómago contento y charlando con otro comensal, me convencieron de que sí o sí tenía que bucear en Puerto Morelos, al fin y al cabo, no siempre estás en el pueblo con la segunda mayor barrera de arrecife del mundo... 

Y así alargué mi estancia en Puerto Morelos, el pueblecito que no me dejaba marchar.

SUBMARINISMO EN PUERTO MORELOS

Tanto mi compañero de inmersión como yo éramos algo novatos en esto, así que hicimos un refresh en la piscina y aceptamos la recomendación de hacer dos inmersiones sencillas, no demasiado profundas, pero bonitas: el acuario y las sirenas.

Hacía años que no hacía submarinismo, desde mi viaje por el sudeste asiático. Había olvidado la sensación de estar bajo el agua, la presión de los metros en la espalda y el hacerte partícipe de la flotabilidad de tu cuerpo. Que todo se reduzca a la inspiración y espiración. Hacerte consiciente de la dependencia de esas pequeñas burbujas de aire. Conocer otro mundo, de arrecifes y agua, de colores, de peces, corrientes y movimientos ligeros.

Es una pena, porque las fotos no hacen justicia al color de los arrecifes.

Pasé la tarde hablando con Rubén, el dueño del local, y, al final, con el cansancio del buceo, tampoco ese día me marché de Puerto Morelos...

Dónde dormir "barato" en Puerto Morelos

El hostel de Sophie está en la colonia, la zona del pueblo. Es un hostel bonito, nuevo y tranquilo con un ambiente bonito, piscina y toallas incluídas. La zona de la colonia y el puerto están comunicados por un autobús que cuesta 8 pesos y pasa cada 15 minutls. Míralo aquí

Dónde comer en Puerto Morelos

La zona del pueblo es algo más barata que la zona del puerto, pero si no quieres marcharte de la zona de la playa encontré 2 lugares con buenas cantidades a muy buen precio. Ambos están en la avenida paralela a la playa. En Maíz Maíz hay muchos platos en los que la base es el maíz, recomiendo la quesadilla, que esta muy rica y es grandecita, por 24 pesos. Al otro lado está Tuch Tlan, un restaurante pequeñito y familiar con muy buenos precios, y una chica muy graciosa.

Snorkel y submarinismo en Puerto Morelos

El tour snorkel va desde los 330 a los 200 pesos por 2 horas. Yo no lo realicé porque buceé pero sólo te recomiendo el de 200 pesos (te lo ofrecen en la playa) si no te importa que sea algo de menos de 2 horas. Vi a varios grupos indignados porque habian estado menos tiempo.

Hay muchas empresas de submarinismo, yo lo hice con Dive with Ruben, una empresa local, con certificado PADI y profesional. Son dos inmersiones, en grupos pequeños (nosotros fuimos 2) adecuadas a la experiencia de cada uno por 95$.