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El encanto de Valladolid y porqué debes visitarla

El encanto de Valladolid me sorprendió desde el momento que puse un pie en la ciudad. Y lo noté porque me sentí bien y se me ensanchó la sonrisa. Las calles, en vez de nombres, están numeradas y es muy fácil ubicarse, por lo que, sin apenas esfuerzo, supe situarme sin un mapa en la mano. A primera vista, Valladolid era una ciudad tranquila, sin apenas ruido y con un turismo retenido. Algo que agradecía después de los últimos destinos. Mochila a la espalda, comencé a caminar y un sentimiento de comodidad se asentó dentro de mí. Tan rápido que me sorprendió. Las casas eran bajas, de colores y los negocios pequeños, antiguos y especializados. La gente sonreía a mi paso y, lo mejor, no intentaba venderme nada. Supe de inmediato que parte del encanto de Valladolid residía ahí.

El encanto de valladolid

Calles de valladolid




Al girar una esquina me encontré con una calle más bonita, con colores más vivos, banderitas de colores en el cielo y, al fondo, una plaza arbolada con una iglesia. Quiero quedarme aquí, me dije. Y ahí encontré un hostel.

Valladolid es de esas ciudades que cuesta definir como tal porque son demasiado tranquilas para serlo pero demasiado grandes para ser un pueblo. A primera vista, no había mucho que hacer allá, pero me sentía tan bien, que no tenía prisa por marcharme. Y otra parte del encanto de Valladolid también estaba ahí.

Encanto de valladolid

Caminé por el centro, disfrutando cada paso, cada casa coloreada y el ambiente carnavalesco de la ciudad. Había una plaza en cada cuadra, todas ellas con gente, todas con banderitas, música y mil colores. Cada familia se había llevado su mesa, su comida y su bebida. Se sentaban y hablaban a gritos, sonrientes y atentos a los bailes de carnaval de los más pequeños que se realizaban frente a ellos. En las calles se aparcaban muchos escarabajos, aquí llamados  vochos, que le daban un toque más antiguo a la ciudad.

Carnaval valladolid

Encanto de valladolid carnavales

Por la 40, una de las calles más coloridas, descendí hasta la iglesia de San Juan y de allí caminé hasta el ex-convento San Bernardino. Allí conocí a Malo (pronunciado Ma-Ló, que curiosamente en maya significa bueno), príncipe maya según sus propias palabras.

Sentados frente al ex-convento me contó muchas cosas sobre su vida viajera en Europa y finalizamos nuestra conversación con una leyenda amorosa sobre Valladolid, el Romeo y Julieta vallisoletano, me dijo. A decir verdad, la leyenda que me contó no coincide exactamente con lo que he leído a posteriori por internet, pero eso mismo las convierte en leyendas.

Como no podía ser de otra forma, la leyenda tiene dos familias enfrentadas, un amor prohibido, una separación y un cenote. Es fácil imaginarse qué ocurre.

Según la leyenda, el suicidio de la chica en el cenote (y seguido del chico) hay que pagarlo con la muerte. Por ello, una vez al año, cuando el manto de agua verde se torna negro, el cenote se cobra la vida de un muchacho.

Cenote zací encanto de valladolid

Me despedí de Malo y caminé por la calzada de los Frailes, la calle más emblemática de la ciudad, con el mismo encanto de Valladolid.

san bernardino valladolid

Caminando me llegué hasta el cenote Zací, que resulta no ser otro que el de la leyenda. A pesar de lo que una pueda imaginarse por su situación y su precio (30 pesos para todo el día), el cenote Zací es muy bonito, semicubierto, de agua templada y muy tranquilo (al menos a medio día, ya que cuando me marchaba, a eso de las 15:30 venía mucha gente, seguramente tras visitar Chichen Itzá). El manto no se turbió a negro y, al menos ese día, el cenote no se cobró ninguna vida.

encanto de valladolid zací




Pero el encanto de Valladolid no reside solo en la ciudad si no que tiene unos alrededores increíbles; desde cenotes, ruinas mayas y lagunas coloradas. Eso sí, esto va en el siguiente post.

alrededores de valladolid encanto de valladolid

DÓNDE DORMIR EN VALLADOLID

Aunque no suelo hacerlo mucho, recomiendo muchísimo el Hostal Candelaria. Su ubicación es perfecta y preciosa, el trato de los trabajadores fue genial y los desayunos riquísimos (y cada día diferentes). Alquilan bicicletas a buen precio, tienen lockers, te prestan toallas y tienen un patio precioso perfecto para relajarte. Eso sí, te recomiendo reservar porque están bastante a tope, yo casi me tuve que ir (¡y era temporada baja!). Puedes hacerlo en este link.




2018-02-22T18:52:04+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

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