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Mi Buenos Aires a ciegas

¿Cómo se sentiría Buenos Aires a ciegas? 6 rincones de Buenos Aires con los otros 4 sentidos

Nunca he visitado una ciudad a ciegas. Creo que ni siquiera nunca había pensado en ello. Sin embargo, allí estaba, sentada en una acera del Congreso de Buenos Aires cuando un señor ciego pasó acompañado de otro señor que le iba explicando.

Ahora paseamos por el Congreso. Lo tenemos a nuestra derecha. Es un edificio...

Y se alejaron de mí, dejándome ahí, con muchas ganas de seguir escuchando. De saber cómo era el edificio. De imaginármelo con los otros cuatro sentidos. De visitarlo a ciegas. Me encantó Buenos Aires, aunque no siempre la entendí, y por eso creí que era perfecta.

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Congreso de Buenos Aires donde empezó este juego

Y fue así como nació la idea. Porque fui consciente de que soy muy visual y de que hay otros cuatro sentidos. Fue así como decidí que quería caminar sin ojos. Y dejarme sorprender. Descubrir Buenos Aires a ciegas, y que así lo descubras tú.

Y al mismo tiempo, si eres de Buenos Aires o lo has visitado, te propongo un juego. ¿Crees que reconocerías Buenos Aires a ciegas?

Las fotos están al final... con las respuestas.

Allá vamos:

Buenos Aires a ciegas 1

Suena Tango. Una milonga después. Estoy sentada en una silla de madera frente a una mesa, también de madera. En la mesa de al lado alguien habla inglés. La boca me sabe a una cerveza amarga, tostada y, según mi compañero de mesa, bastante cara. La gente habla bajito o permanece en silencio, como si observara. Son las siete y media de la tarde, y el ambiente es tranquilo. Relajado. Seguro. A mi lado no pasan coches, pero, de vez en cuando, se escuchan a una cuadra. Cuando lo hacen, escucho el ruido de las ruedas del coche sobre el adoquín.

Buenos Aires a ciegas 2

Se escucha el agua correr, suena música asiática y se escuchan los coches, pero lejos de aquí. La gente camina despacio, tranquila y a penas habla. Se disparan fotos. Huele a flores y a hierba recién cortada. Toco una gran cantidad de papelitos anidados, atados, sobre un alambre. Un micrófono interrumpe la tranquilidad, una exposición sobre la vida en Japón es visitable en el primer piso del edificio principal.

Buenos Aires a ciegas 3

Siento una brisa en la cara. Escucho pájaros cerca y los coches pasan a unos metros por mi izquierda. Por lo general conducen tranquilos. Escucho música latina, diferente, sin gran potencia, calculo que cada cien pasos. Huele a río y, al mismo tiempo que paso por el foco de la música, huele a comida... Huele a carne. A mi lado, algunos pasan corriendo, otros caminando, pero a buen ritmo. A mi derecha, según avanzo, dejo parejas que conversan bajito. La carne, con lechuga, tomate y algo de chimichurri, está sabrosa.

Buenos Aires a ciegas 4

Al descender del coche, a mi izquierda, huele a desagüe. Siento una brisa en la cara, pero que con ese olor no es agradable. Sigo caminando, escucho coches y autobuses y cruzo una calle. Comienza el tango y, por encima, una música alta que rompe la tranquilidad, algo de electro. Constantemente interrumpen mi conversación para ofrecerme una cerveza, un dibujo o algo de artesanía. Estoy en un lugar turístico y, en algún momento, tengo que sortear unas mesas y unas sillas que están en el centro de la calle. Son las seis y media de la tarde, y suenan ruidos de mesas y sillas recogiendo. Los bares están cerrando.

Buenos Aires a ciegas 5

No hay coches y se oyen turistas. Escucho mucho inglés. Se oye el ruido de los pájaros y uno que identifico como un cuervo. Se arrastran las chancletas y la gente susurra, generalmente. Un guía turístico que habla inglés se ríe tras bromear con la muerte. Y, en mitad de la tranquilidad, un alemán me interrumpe mientras escribo, quiere saber dónde está Eva Perón.

Buenos Aires a ciegas 6

A mi derecha escucho el agua del río, aunque por el ruido de las olas parece un mar. Está revuelto y hace viento. No parece que haya algo que nos separe del río y diría que estoy en un parque. El viento nos golpea fuerte en la cara y nos empuja hacia adelante teniendo que corregir nuestros pasos. Piso césped y escucho el ruido de muchas chapas, podrían ser señales, agitadas por el viento. Estamos en un lugar tranquilo y donde la gente camina despacio. De los labios de mi amiga sale una historia triste acontecida en el lugar, puedo sentir la tristeza y el respeto. No muy lejos, despega o aterriza un avión.

 

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Buenos Aires a ciegas 1: Plaza Dorrego, San Telmo

 

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Buenos Aires a ciegas 2: Jardín japonés

 

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Buenos Aires a ciegas 3: Comiendo Bondiola en la Costanera

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Buenos Aires a ciegas 4: Caminito

 

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Buenos Aires a ciegas 5: Cementerio Recoleta

 

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Buenos Aires a ciegas 6: Parque de la memoria

2016-11-03T12:56:54+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

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