No sé si es un sentimiento compartido en aquellos que viajan un tiempo largo, pero llega un momento en el que necesito volver.

O eso creo.

Al menos, me lo planteo.

No sé, como que siento que me canso. Como que no lo disfruto al cien por ciento. Como que estoy aquí, pero también allí. Y no me malentiendas, sigo disfrutando del estado del viaje, pero llega un momento en el que me cuesta valorar un paisaje.

Un momento.

Como que le pierdo el sentido.

Y no lo encuentro.

Estoy ahí, delante de algo maravilloso, y me cuesta disfrutarlo. Entender lo único que es y la suerte que tengo de estar allí. Frente a él.

Como que he hecho de sorpenderme algo habitual.

Y ya no me sorprendo.

Y soy consciente de lo feo que suena, y de lo feo que es eso.

No sé si seré yo, que me he vuelto loca. O que no sé llenar ese vacío que, parece, se me fue creando en el corazón. Que me falta amor. Quizás es la distancia con mi hogar, con mi gente.

Quizás son la multitud de caras conocidas o todas las charlas mantenidas.

Quizás se me acumularon las despedidas.

Puede ser que conocer lugares se (me) convirtió en rutinario. O que después de tanto tiempo me cuesta encontrarle un sentido. Quizás mi problema es que intento buscárselo.

La foto no es mía, la saqué de facebook, pero me gustó

Es probable que seis meses sea mi límite, como lo fue en Asia. Y a partir de entonces me cuesta más emocionarme.

Disfrutar(me).

Quizás es que la cabeza no me da más. Que mis ojos y mi memoria ya no pueden retener un paisaje más. Que siento que conforme lo veo, ya lo pierdo.

Quizás es que no me asimilo.

Otra vez.

O quizás es esta regla, que me replantea todo.

Otra vez.

Como cada mes.

Es probable que eche de menos. Quizás me sienta sola.

Es probable que sea yo, que necesito pensar que de todo aprendo. Hasta de esto.

Todavía no sé qué es, pero en un impulso, compré el billete de vuelta.

Para octubre, porque no quiero volver todavía, pero sé que ya quiero volver. Porque no quiero perderme esa boda, quiero estar ahí rodeada de mis amigas.

Porque quiero estar ahí, en su cumpleaños, y poder felicitar a mi madre. Olvidarme del teléfono, los pixels y esos "otra vez se colgó".

Y porque, quizás, tener una fecha de vuelta me revitalice de nuevo.

Porque quizás  sí, quizás, sólo necesito volver.