Y qué le voy a hacer si no entiendo Buenos Aires.
Que sea tan diferente, pero tan parecida, a una capital europea.
No entiendo los semáforos, que cambian de color desde la acera de enfrente. Me lían, me equivocan y me desubican. Porque cómo sé yo quién tiene preferencia, ni a quién le afecta ese semáforo en rojo que está parado en el comienzo de la calle.
No entiendo la velocidad del porteño, el paso acelerado. Los adelantamientos por la derecha, el carraspeo a mi espalda e incluso el breve empujón en mi costado.
No entiendo Buenos Aires. El ruido de los coches, el sonar del claxon y el frenazo constante. Que avanzar motorizado sea más lento que avanzar caminando. Y que la gente prefiera el volante.
No entiendo el mate caliente en verano, el sol sofocante.
No entiendo Buenos Aires, y cómo alguien puede acostumbrarse a calles como Corrientes o Puyrredón y su venta ambulante. Esa negociación constante.
No entiendo tanta riqueza y pobreza. Ese contraste. El walking dead de Retiro de noche.
El agobio en el metro, la hora pico y el estrés de la gente. La cola en los bancos.
No entiendo Buenos Aires, y que un café se acompañe con tres cruasanes. Que una bebida me cueste más de dos euros.
No entiendo que los kioskos abran de noche pero cierren con verja.
No me acostumbro.
Porque no me acostumbro a que del cielo me caigan gotas en la cabeza. Que los aires acondicionados sean la lluvia para el que camina por la acera.
No me acostumbro a que los coches piten o aceleren cuando cruzo por un paso de cebra.
A escuchar español pero sentirme extranjera.
A que una niña preciosa se acerque a mi mesa y me pida ayuda para pagar su cena.
Y me pregunto si hay alguien que pueda acostumbrarse.
No me acostumbro a hablar con mi acento, a que el tendero me imite cada vez que me escucha. A buscar sinónimos cada vez que quiero decir el verbo coger. A escuchar boludo, pelotudo y che.
No entiendo Buenos Aires. No me acostumbro. Sin embargo me atrapa, me ilusiona y me sorprende a cada parada.
No entiendo Buenos Aires.
Y sin embargo,
me encanta.
Maravillosa descripción de todo eso que no se entiende, ni lo entendemos los que vivimos aquí, pero lo soportamos. No sé bien porqué, pues a veces deberíamos salir corriendo, pero aquí estamos 🙂
Un beso grande Patricia!
No salís corriendo porque Buenos Aires, aunque no se entiende, es preciosa 🙂
Hola Patricia! Yo soy de Mendoza, una provincia de Argentina, la del sol y del buen vino, dejé toda mi vida allá y empecé una nueva acá, en Buenos Aires, hacen ya 20 años.
Cuando era chica mis padres me trajeron de vacaciones acá y me enamoré, a los 12 años dije: "este es mi lugar en el mundo". Y cuando tuve edad para irme sola, me vine.
Es una ciudad muy difícil, y todavía tengo la impresión de que soy turista.
Desde el principio supe algo: a Buenos Aires no hay que tratar de entenderla, es como es, se quiere o se odia (mucha gente me pregunta ¿¡cómo vivo acá siendo de Mendoza!?)
Muchos critican al porteño, pero es el ser más solidario que encontré, es frontal, sincero, y sí, está muy apurado aunque no tenga nada que hacer. Quizá es que creció así, acelerado por nacer en una gran capital. Yo aún conservo la tranquilidad provinciana.
Gracias por este post.
Avisa cuando vuelvas!
Te mando un abrazo!
Qué lindo comentario Dina! Te lanzaré un silbido si vuelvo por Buenos Aires :*
Hola Patricia, soy Marta argentina y vivo en Madrid, este año estuve en Buenos Aires con mi hijo y coincido que cada año que paso fuera lo echo más de menos. Me falta el bullicio, ese café con cruasanes, las pastas que son tan ricas y los propios argentinos que son muy simpáticos, Y aunque la ciudad es bulliciosa y el tráfico infernal, adoro Buenos Aires.
Coincido con lo de los semáforos, imposibles de entender. Pero vale la pena visitarla.
Me gustaría tener tu valentía y tu juventud para poder viajar y dejar un trabajo que no me aporta nada y me aburre.
Me gusta que comentes tus miedos.
Muchas gracias por este blog tan bien elaborado y contado.
Gracias Marta por tu comentario tan lindo! Siempre se añora mucho lo que tienes lejos. Por suerte, y en contra de lo que dices, no es necesario juventud sino ganas (y un empujón de valentía) para viajar y hacer lo que hago yo. Un abrazooo!
Me encantó tu descripción de mi ciudad!!! Es así, solo que nosotros ya estamos acostumbrados!
Gracias Flor! No entiendo Buenos Aires y, sin embargo, deseo volver con todas mis fuerzas! 🙂
estoy igual¡¡. Ahora vivo en La Plata y la verdad fue un alivio no estar en esa ciudad que tan bien describís. Viví mas de 10 años y no pude acostumbrarme aunque reconozco que me gustan las ciudades grandes. Estoy pensando en dejar todo e irme y me encontré con este fantástico blog. Ya he viajado sola a dedo. Y fue toda una aventura. Lo que pienso ahora es irme a otro país.
Encontre tu blog a traves de un viaje al Sudeste Asiatico. Soy Argentina, creci en Buenos Aires...pero vivo en EEUU desde hace 20 anios (perdon, pero en este teclado yanqui, no tengo tildes ni "enies")...Queria decirte que me gustaron muchos de tus articulos...los estoy leyendo uno por uno...de los lugares que ya conoci...hace poco o mucho...de los que estoy por conocer...Yo tambien "deje todo y me fui" hace menos de un anio, y sigo explorando el mundo (es la crisis de los cuarenta y pico, viste?) Me encanto lo de Buenos Aires. Yo la extranio mas, cuanto mas envejezco (la deje a los trece anios). Entiendo todo lo que decis, de no entenderla, y de la atraccion tambien. Me encanto.
Linda reflexión, y linda tu mirada. Me tocó la fibra leer esto..
Eres preciosa.!
Sentí lo mismo cuando estuve en Argentina, y aun recuerdo una conversacíon acerca de la disposicion de los semaforos, nunca pense que este tema diera para una discusión 🙂
Está claro que a pesar de su herencia italo-española, Buenos Aires puede resultar al español ajena porque lo latino y lo español conecta en el espíritu pero no en lo material. Creo que respondemos materialmente a estructuras europeas, con bienestares occidentales, y esa es la parte de no encuentro con Latinoamérica, incluso con el Cono Sur, parte más desarrollada quizás que el resto de Hispanoamérica. Me siento más en casa en gran parte en Francia o Italia (con idiomas diferentes), que en Argentina (con el mismo idioma).
Y todo eso y más; es Buenos Aires, esa locura constante de querer escapar y cuando estas lejos, escuchar un tango y que se te piante un lagrimón!!
Soy de Buenos Aires, pero ahora en España viajando un poco!
Beso Grande!!
Xime