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La inseguridad en Río de Janeiro

En Río de Janeiro me sentí insegura.

Sí, insegura, dubitativa, algo torpe. Y lo más curioso es que, a cientos de kilómetros de allí, todavía no sé muy bien las razones. No me ocurrió nada, no pasó nada extraordinario, ni vi nada peligroso, sin embargo, sentía inseguridad en Río.

Pero soy consciente de que es probable que sea una sensación propia. Autoimpuesta. Será que es mi primer destino de este gran viaje, que me había acostumbrado a Europa y que todo esto es diferente. Recuerda Bangkok, me decía, también te sentías así cuando llegaste por primera vez. Será su fama, que no me deja sentir la ciudad.

Pero la realidad es que no caminaba tranquila, no paseaba relajada ni sacaba la cámara. Será que todo el mundo te recuerda, continuamente, que camines atenta, que tengas cuidado y que vigiles tus cosas. Que no camines sola de noche.

inseguridad en rio

Me sentí extraña, algo aislada, como quien no pertenece a un lugar y se esfuerza en sentirse aceptada. Pero no lo fui. Me sentí vetada por mis propias sensaciones, pese a ser consciente de los grandes atractivos de Río. Y a pesar de todo, aunque no me achiqué, caminé sus calles, tomé autobuses públicos y descubrí sus rincones, casi siempre en solitario, algo había que me impedía disfrutar la ciudad como creo que se merece.

Inseguridad en rio

Quizás esperaba sentirme muy cómoda en Río, descubrir sus calles sin miedos, sus favelas y charlar con la gente. Pero la realidad fue que, incluso en Botafogo, un barrio de clase medio alta, me sentía extraña. Aturullada. Los barrios de Río se alejaban tanto del prototipo europeo, que a veces olvidaba dónde estaba. Me sentía una turista, y tan, al mismo tiempo, similar a cualquier brasileiro acomodado. Sentí que había muchos Río de Janeiro, muchos niveles y muchas historias, y que yo vivía un Río de Copacabana e Ipanema. Y que aunque no era lo que me gustaba, o lo que había imaginado, era para lo que estaba preparada.

Aunque vivir ese Río fuese como  si viviese en una cajita de oro, de la que sólo podía sentir la ciudad a través del miedo a que esa cajita fuese arrebatada...

2016-03-15T02:46:06+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

4 Comments

  1. […] bien decía en el artículo anterior que sentí inseguridad en Río de Janeiro, eso no quita que no fuese capaz de descubrir su belleza. Sinceramente, creo que es la ciudad con […]

  2. Arancha at 16:43 - Reply

    Hola! Me gustaría que nos explicases en alguno de tus próximos posts, ya que estás ahí, si es de verdad tan alarmante lo del virus zika. Gracias!

  3. Maria at 10:39 - Reply

    ¡Hola!
    Acabo de descubrir tu blog 🙂 Y te voy a ir siguiendo, creo que necesito ese empujón. No para dejarlo todo e irme, pero sí para hacer viajes sola...
    Y el primero fue a Brasil 🙂 Estuve en Río hace un par de meses. Tampoco me pasó nada pero me sentí tal y como describes que te sentiste. En el viaje de vuelta estuve 5 horas en el aeropuerto de Sao Paulo y estaba realmente hecha polvo y yo creo que fue cansancio (físico y mental) de estar en tensión y en alerta prácticamente las 24 horas del día mientras estuve en Río. Pendiente de todo.
    Te sigo 🙂
    Un abrazo 🙂

  4. alberto at 10:01 - Reply

    Algunas veces los prejuicios o las percepciones inconscientes nos afectan la manera de ver la realidad. Es una constante que a veces sufren los viajeros/as como tu. Sigue así Patricia, inspiras a viajar a mucha gente. Yo estoy también con un proyecto de viajes, pronto nos veremos por las redes. Un abrazo 😉

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