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Despedidas de aeropuerto y monedas de nostalgia

Creo que no se puede viajar sin pagar en moneda de nostalgia. Sin sentir que le han rebanado tal o cual lugar donde una estuvo. Ya me pasa. Excepto si uno lleva consigo una felicidad capaz de borrar cualquier melancolía (Victoria Ocampo).

Los aeropuertos siempre tuvieron esa doble cara. Los ojos se humedecen ante esa despedida inminente. Esa que quieres que acabe de una vez por todas, alargando un tormento infinito. Pero te retienes, queriendo disfrutar de esos brazos que te envuelven sólo unos segundos más, añorándolos ya desde el momento que sus labios todavía besan tu frente y te susurran palabras que pretenden generar en vano un alivio que nunca llega.

Ojos acristalados, mirada al suelo, un último beso. Un abrazo, y con una prisa dubitativa recorres entonces, con la mirada baja y labios temblando, un paso más que se acerca a la fila donde ya todo habrá terminado.

despedidas aeropuerto

Un beso más, una mirada.

Una última promesa, recomendación y suspiro. Y con ese último abrazo, pretendiendo terminar con eso que no es  más que una tortura, besas una vez más.

Despacio esta vez. Como intentando reservar en tu memoria cómo sabe ese beso y cómo acaricia esa mano tu nuca. Siendo consciente de lo efímero y de la mala memoria. Tristeza. Alegría de saberse querido. Partirse en dos y preguntarse si alguna vez fuisteis uno.

amor sin cabeza

Y entonces pones un pie en esa fila que ya separa caminos diferentes. Y te das cuenta que ya no hay vuelta atrás. Que esa fecha que sentías alejada, que ese momento que no imaginabas por miedo a encontrarte con los sentimientos que ahora encaras, está ahí. Y cada paso te separa de la realidad hasta ahora conocida. Una última mirada de sonrisa triste. Un último beso lanzado al aire que ya no se siente y una mano que no sólo mueve el aire de su alrededor, sino que golpea un corazón que se sabe lastimado.

Y qué más da quién esté a cada lado. Ese camino, esa milla verde de las despedidas, la recorren juntos, como desterrados.

Al otro lado, ese destierro sabe a dulce orden. Un descanso de tanta imaginación desbordada. Allí, cada uno se reencuentra con su antigua vida. Con una soledad esperada y sabida. Con una calma que inunda un cuerpo batido. Puede ser una vuelta a la rutina o una nueva aventura de la que se empezará a disfrutar lejos de aquellas máquinas que separaron dos corazones que, como siempre, se creyeron inseparables. Pero no lo fueron.despedidas de aeropuerto

Y cansada, algo abatida por tanta intensidad, tantos nervios y tristeza dejé de observar tanta despedida  y yo también crucé, finalmente, la línea: A este lado Madrid, al otro, esperándome, estaba Tánger. Y bienvenido todo lo que venga. 

la vida es un viaje estacion de soria

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2017-02-05T20:25:53+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

3 Comments

  1. Anónimo at 06:24 - Reply

    yo quiero viajar pero no tengo plata

  2. frangil.f@gmail.com at 18:00 - Reply

    Que bello relato, que bien redactado. Hiciste que recreará momentos y los viviera como propios. Felicitaciones!

    • Patricia at 13:52 - Reply

      Me alegro de que los sintieras como propios, es lo más bonito que me puedes decir! ^_^ Un abrazo!

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