ppp

Bodegas caladas en piedra, viñedos centenarios y raíces de una viajera

Un vino se mide en caudalías;  en tiempo que dura en tu boca y en tu memoria

Juan Valdelana

Se me hace complicado resumir mi fin de semana en la Rioja Alavesa. Será porque ya estoy de nuevo aquí, en mi casa, frente a mi ordenador y escucho a mi padre en la terraza. Será porque siento que no hubo demasiado tiempo, que no importa qué te cuente sobre las viñas, sobre el vino, sobre mi tiempo allá, sobre las estrellas brillando sobre nosotros o sobre el pequeño pueblecito de Elciego. Será que no escribo para contarte que comí rica comida riojana, que conocí un lugar nuevo, un dolmen hechizado entre viñedos, que conocí a otros viajeros, que el sol me golpeó en la cara o que me emocioné en una cata.

Será que tengo ganas de hablarte de sentimientos, de pequeñas respuestas, de una sensación: porque son ellas las que no entienden de expertos, de medidas ni tiempos, que llegan rápido, te tocan profundo y permanecen contigo.

Será que para mí, Elciego, fue  eso, un buen número de caudalías que me dejaron un largo recuerdo.

Pero qué complicado se me hace describir sensaciones. Porque cómo explicas qué se siente cuando el sol roza tus ojos cerrados, o cuando el viento mueve tu pelo y acaricia tu nuca, o cuando llega el atardecer de uno de esos días que  formarán las arrugas de tu sonrisa. Elciego me habló de proyectos, de pasión y de familia. Me habló de historia, de pequeñas bodegas, de raíces casi infinitas.

A unos metros bajo el suelo, aislados del ruido y del sol, entre los pasadizos de lo que fue una bodega, Juan nos contaba milenios de historia. Sus paredes y los restos encontrados por toda la Rioja Alavesa hablaban de todas las civilizaciones que nos han precedido hasta ahora: en apenas diez metros habíamos avanzado desde el paleolítico, los celtas, los romanos y los cristianos a un tatarabuelo que dio paso al bisabuelo, al abuelo y al padre, llegando a los labios  de aquel que nos contaban su historia.

Mi mente imaginó esa familia entretejida, como los pasadizos calados de la bodega en el suelo de Elciego, como las raíces de las viñas en las tierras de la Rioja Alavesa: en constante lento movimiento, siempre creciendo, siempre más profundo en busca de más sustento. Siempre más estable, más unido. Tanto trabajo detrás, tanto tiempo, tanto fruto para ir recogiendo.

Será que una sólo ve lo que piensa, y yo hace tiempo que pienso en raíces. En las raíces de una viajera. En cómo, cuando una está quieta, los pies parecen enraizarse en el suelo. Será que desde marzo que estoy en mi casa, que pienso en marcharme de viaje y no puedo, que llegó mayo para el que tenía planes preparados y después llegó junio para dar paso a este julio que comienza a pesarme. Sin embargo, me encuentro tranquila, contenta y completa, disfrutando de estar quieta. Con la cabeza a ratos volando, pero permitiéndome sentir la tierra en mis pies, el aire del pueblo en mi cara y esa recepción de ese amor por osmósis que tanto me faltó estando a ese otro lado del charco.

Pero a veces me sacudo, me recuerdo cuánto deseo otro gran viaje, dejar las raíces y desenpolvarme las alas. Será por eso que últimamente me dibujo raíces siempre atadas a un globo, a una cometa o a una nube que les ayude a desenraizarse. Será que tengo miedo a que si  echo raíces, me cueste más levantar el vuelo de nuevo. Porque sé que quiero, que lo deseo, pero volar teniendo raíces siempre es más difícil, porque como todo el mundo sabe, las raíces alimentan, aseguran y con ellas la cabeza siempre está más cerca de los suyos y, por qué no, también del suelo...

Este fin de semana en la Rioja Alavesa fue posible gracias a toda la familia de Bodegas Valdelana, Isidoro, Juanje, Judit y Juan, que nos abrieron sus puertas, raíces y corazones,  y a Sergio, de Nada Incluido, que fue el loquito que organizó todo esto.

Suscríbete a Dejarlo Todo e Irse y comienza a disfrutar de todos los artículos y recursos que se publican en el blog así como de material exclusivo.

Introduce tu email ahora y recibe como regalo de bienvenida en tu correo mi ebook 

" ¿Y si viajo sola? El libro que te dará el último empujón."

2017-07-20T15:03:10+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

4 Comments

  1. ¡Gracias por tu post, Patricia! Seguro que nuestros caminos blogueros se vuelven a cruzar. ¡Un abrazo!

    • Patricia at 11:17 - Reply

      Gracias a ti Sergio! Me encantó volver a verte. Seguro que nos vemos más veces!

      Un abrazo!

  2. Gracias por el artículo, Patricia. Fue un gustazo tenerte por aquí. ¡Un abrazo grande!

    • Patricia at 11:15 - Reply

      Gracias a vosotros por confiar en mí y, como digo, abrirme vuestra casa y compartir vuestras raíces. 🙂 Fue un lujazo.

      Un abrazo!

Si tienes algo que comentar... aquí tienes tu espacio

¡Suscríbete!

    Correo electrónico

    Recibirás un email en tu correo para confirmar la suscripción, si no lo recibes quizás esté en tu carpeta de Promociónes (de Gmail) o en SPAM :/ (¡Sácalo de ahí!)

    ×
    Share This
    A %d blogueros les gusta esto: