Dejarlo todo e irse, pero ¿de verdad? La frase suena a canto de sirenas, a irrealidad y magia. A huida y cierre. A sueños. A todo por partes iguales, pero ¿cuánto hay de realidad? ¿Es posible Dejarlo todo e irse? ¿Es dejarlo todo e irse lo que quieres hacer? ¿Estamos ante esta auténtica situación?

En la entrada de hoy, lo analizamos. Dejarlo todo e irse... ¿de verdad?

Muchas de los que llegan a este blog lo hacen a través de su nombre, un canto de sirenas tras el cual todo parece facilidad y magia. Dejarlo todo e irse, echar el cierre, huir a un lugar mejor. Dejarlo todo e irse, comenzar a viajar, vivir la vida, disfrutar. Otras lectoras del blog llegan porque han decidido viajar solas. Y se plantan aquí, con un título que las incita a dejar todo aquello que construyeron, todo aquello que un día creyeron necesitaban. Y es entonces cuando surge la pregunta que tiene que surgir ¿Dejarlo todo e irse? ¿es lo que quiero? ¿de verdad?

Esta entrada nace a partir de un comentario en el blog. Un lector, incitado por mi entrada sobre porqué contratar a una chica que viaja en solitario, me hizo un comentario sobre mi decisión de viajar sola, de dejarlo todo e irme y de lo valiente, o no, que resultaba dicha decisión. Tras contestar el comentario lo mejor que pude (los más cotillas curiosos pueden leerlo aquí), me planteé que quizás era algo que muchos más lectores se planteaban. Pensé también que en algo tenía razón, dejarlo todo e irse no era fácil, no era para todo el mundo, y que dicha decisión no podía ser tomada a la ligera.

Como bien defiendo en mi comentario, y en mi introducción al blog, Dejarlo Todo e Irse no fue un nombre muy pensado. Coger la mochila, cambiar de lugar y viajar se me daba bien, y me definía bastante. Cuando creé el blog, allá en Berlín, poco sabía yo de las vueltas que daría mi vida y menos sabía, todavía, que acabaría dejando un trabajo para coger la mochila y viajar sola por el sudeste asiático. Pero lo hice.

Y la sonrisa no desapareció en 7 meses...

Dejarlo todo e irse, o vivir una vida un poco nómada, no es fácil, pero es más fácil si no tienes ataduras, tienes el apoyo de familia y de amigos, y un lugar al que volver. Ese es mi caso. Cuando yo lo "dejo todo y me voy" me refiero a un trabajo, a una estabilidad y unas comodidades. Romper con el pasado, huir y no volver no va conmigo. Tengo muchas razones por las que volver. Y eso me gusta.

Me gusta saber que tengo a dónde volver

A menudo, lectoras de este blog me preguntan cómo hacerlo. Cómo es posible dejarlo todo e irse cuando una tiene tantas ataduras, tantas deudas o una hipoteca. Es una pregunta complicada. Y es una pregunta complicada porque depende de qué quieras encontrarte cuando decidas volver. Si no te importa, si eso no te da miedo y lo único que quieres es huir de este momento, de esta situación, dejarlo todo e irse es sencillo. Sólo tienes que echar el candado, dejar tus cosas e irte. Huir es sencillo, de verdad. Cuando una huye, no espera volver. Si después de huir, decide volver, le aviso que sus problemas seguirán ahí, y más grandes que nunca.

El problema es cuando no quieres huir, cuando quieres volver y encontrarte todo (más o menos) como lo dejaste. Porque si quieres volver... tendrás que ir poco a poco. Tendrás que pensar qué tienes, qué puedes perder y cómo vas a hacerlo. Tendrás que dar un vistazo a tus ataduras y ver si puedes reblandecerlas, ¿puedes convertirlas en "atablandas"? ¿crees que comprenderán tu ausencia por un tiempo determinado? ¿cómo vas a hacer para zanjar el tema económico?

Empieza simplemente preguntándote: ¿Quiero dejarlo todo e irme? ¿o sólo quiero viajar durante unos meses para después volver a mi estabilidad? Quiero irme, pero ¿querré volver? ¿me imagino a mi misma con una vida algo "nómada"? o, por el contrario, ¿sé que es algo puntual que quiero hacer una vez en mi vida? ¿quizás quince días al año?

¿Cuánto tiempo tienes para viajar?

Claro, pero tu no tienes ataduras...

Y ésta es la frase. Claro, yo no tengo ataduras. Pero las tuve. O las rechacé. Y no, no es que sea un ser extraño que no está unido a nada, que no se enamora, que no tiene cariño por la gente, o que no tuvo un trabajo con perspectivas de futuro. No soy alguien a quien no le cuesta desprenderse. Simplemente sé que, con la vida que quiero, con la vida que me gusta, hay ciertas cosas que no van conmigo. Por supuesto he tenido parejas y, a estas alturas, podría tener una hipoteca, deudas con el banco, estar casada, tener un trabajo fijo o incluso tener niños. No tengo ataduras porque no las he buscado. Y hay que admitir que, incluso sin buscarlas, escapándote de ellas, han llegado. Hay quien dice que no sé comprometerme, que soy inestable o que no puedo llevar una vida normal. Son daños colaterales para seguir la vida que quiero. Me gusta disfrutar el momento y una cosa no quita la otra, pero si buscas una estabilidad, si quieres compartir una vida, un proyecto o una idea, dejarlo todo e irse se hará cada vez más complicado. Por eso vuelvo a preguntarte a ti, que has llegado hasta este blog preguntándome sobre viajar sola, sobre dejarlo todo e irse ¿es dejarlo todo e irse lo que quieres? ¿O buscas unas pequeñas vacaciones? ¿buscas un descanso temporal de tu trabajo? ¿de tu vida? ¿por cuánto tiempo quieres viajar?

Decide qué buscas con este viaje, de cuánto tiempo dispones... ¿y lo demás?, lo demás poquito a poco. Como siempre. En la siguiente entrada te doy muchas razones para viajar sola, y alguna por la que no ¡claro!

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