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Tanzania en tiempos del Covid

Tanzania en tiempos del Covid ¿es de lo que quiero escribir? No miento si digo que no, no quería escribir directamente sobre esto... Bastantes artículos se escriben y demasiadas lecturas se hacen, sin embargo, cada vez que me ponía a escribir sobre estos últimos dos meses en Tanzania, aparecía el Covid. ( ¿2meses? ¡Dos meses!) A cada frase en la que definía Tanzania me asaltaba la duda ¿será siempre así o serán cosas del Corona? Y me he dicho que ya, que ésta es la situación que me ha tocado a mí y sobre la que tengo que escribir: la Tanzania en tiempos del Covid.

Tanzania en tiempos del covid
Un pueblecito perdido a orillas del lago Victoria

NUESTRA LLEGADA A TANZANIA

Llegué a Tanzania hace dos meses, cuando se escuchaba sobre el Coronavirus pero únicamente en Europa, cuando los casos se contaban en centenas pero las muertes se comparaban con las de una gripe cualquiera. Después de una discusión acalorada con la gente de inmigración de Kenia por, supuestamente, haber excedido el tiempo de visa otorgado a la entrada (únicamente visible en un garabato inteligible en el pasaporte), entramos en Tanzania. Un termómetro marcó 37, 8 grados al apuntar a mi frente y 32 al apuntar a la de mi hermano, que en un segundo intento se convirtió en 35,6 y, ya entonces, les pareció bien. A nosotros también, que no sé qué situación hubiéramos tenido de quedarnos tirados entre las dos fronteras. Estos son los amplios baremos tanzanos, nos dijimos sonriendo.

Pagamos el visado, nos dieron un recibo donde se marcaba claramente las fechas de entrada y de salida y, en otra ventanilla, esperamos una hora para que nos dieran cambio. Tanzania me parecía más tranquila, más calmada y, para quien ha pasado dos meses en Kenia, más ordenada.

Los verdes se extendían también a este lado de la carretera. La gente era simpática, pero nos hablaba más desde la distancia, no nos agarraba, no nos gritaba y, lo mejor, no nos rodeaba. ¿Sería siempre así o era algo de la Tanzania en tiempos del Covid?

La comodidad que sentí con Tanzania se mantuvo en el tiempo. No podría poner en palabras qué me pasaba con este país, pero me daba calma, me relajaba.

TANZANIA EN TIEMPOS DEL COVID

Pero yo, como esta Tanzania en tiempos del Covid, también he tenido mis fases. Conforme pasaban los días, aumentaban las garrafas de agua y jabón en la puerta de los establecimientos, siendo, al principio, de único uso para extranjeros. Nosotros llevábamos la enfermedad y ellos, los negros, no podían tenerla porque no habían estado fuera. Y que no lo digo yo, que nos lo decían ellos. Como debatir sobre el tema era algo inútil, nos lavábamos las manos con una sonrisa y volvíamos a lavárnoslas en la siguiente garrafa. Algunas personas se tapaban la cara cuando nos veían y señalaban el agua, como si fuese toda la cura, el exorcismo mágico de un virus que se contagia por el aire. Una vez lavadas las manos, la gente nos sonreía y, en ocasiones, hasta nos daban las manos llenos de felicidad. No entendíamos nada, pero aceptábamos sus reglas con una sonrisa que a veces, tras más de cinco lavados, se nos enganchaba entre los dientes. No había casos de Covid en Tanzania y toda medida preventiva, que encima ayudase a que aumentase la higiene, nos parecía buena.

Tanzania en tiempos del Covid mercado del katesh
En el mercado de Katesh, a punto de ser cancelado por el Covid, añadieron puntos para lavarse las manos en cada esquina

Empezaron los gritos por la calle. Los "muzungu" cambiaron a "Corona", la mayor parte de las veces en tono jocoso, porque si algo tienen los tanzanos es que es gente amable y poco agresiva. Alguna vez vimos miedo en las caras de aquellos sentados cerca, sobre todo en niños pequeños, como en los autobuses. Había quien compartía el miedo al miedo, quien decidía subirse en el próximo autobús y había quien se les reía en la cara tachándolos de exagerados. Nosotros sonreíamos, como si fuese la mejor arma ante aquella incertidumbre que también nos tocaba, sintiendo, por primera vez, lo que era ser una persona tratada y temida por el color de piel.

bukundi meatu Tanzania
Recogiendo agua cavando en la arena

Nos sorprendió cuando, por primera vez, escuchamos una canción dedicada al "Corona" (en el link os dejo la canción) y como, cada vez que sonaba, que era muchas veces al día, había alguien que nos señalaba y nos increpaba, también a veces hacían bromas que, por supuesto, no entendíamos pero ante las que el resto reían.

Tanzania en tiempos del Covid mwanza
Después de lavarnos las manos, todo el mundo fue simpático en este mercado.

LAS AUTORIDADES Y EL COVID

En Bukundi, un pueblo perdido de todo, dos doctores llegaron hasta nuestro hotel y, a pesar de que salíamos a dar una vuelta, nos hicieron volver. Nos pidieron los pasaportes, el visado, nos hicieron muchas preguntas en las que ya quedaba claro que nosotros habíamos llegado antes que el Covid. Aunque en un primer momento creímos que era de broma, sacaron un termómetro nuevo (rompieron la etiqueta frente a nosotros) y nos tomaron la temperatura, que está vez sí, dio valores normales. Ante el intentar explicar que de tener el Coronavirus tendríamos que haber sido infectados en Tanzania (o a lo sumo Kenia) nos respondieron tajantes: "La gente tiene miedo, por eso nos han llamado. Vosotros salís y viajáis, entendéis, pero ellos no. Sólo ven dos blancos, que pueden tener corona, llegando a su poblado". Un vez los doctores habían pasado por el hotel y nuestra temperatura estaba en orden, la gente del pueblo se tranquilizó y, en general, nos trató con cariño, como si no existiese el tiempo de incubación, los asintomáticos o como si, en verdad, sus vecinos que vinieron de Dar es Salaam no pudiesen tenerlo.

rebaño masai ngaruka Tanzania
Masaais cuidando de su rebaño de cabras

Poco a poco fuimos aceptando las nuevas restricciones: la reticencia de la gente, el no chocar de manos, las distancias más acentuadas, las visitas de doctores e inmigración para comprobar que todo estaba en orden, la casi obligación de comprar una mascarilla y que algunos hoteles nos dijesen que estaban llenos.

Pescador mto wa mbu tanzania
Pescador en un lago con hipopótamos en Mto Wa Mbu

AUMENTO DE CASOS

El hastío y la incomprensión dio lugar a la aceptación. Tanzania cerró las fronteras y los tanzanos, automáticamente, se relajaron. Para ellos pasamos a ser residentes y, con ello, hasta las negociaciones se simplificaron.

Las risas pasaron a las dudas y a la incomprensión en ellos, que no entendían que, pese al té con jengibre, la sociedad joven y "el exilio" de los mayores a lo rural, también se estaban contagiando.

secando pescado al sol en mwanza
Secando el pescado al sol sobre las grandes rocas

Un día, cuando la curva parecía que empezaba a ir hacia arriba, el presidente de Tanzania en tiempos del Covid pidió tres días de rezos y cesaron los datos, que pasaron a darse una vez por semana, por un alto cargo del gobierno y censurando a cualquier periodista que hablase del tema. Todo el mundo empezó a lavarse las manos, a mantener más las distancias y a utilizar mascarilla en las estaciones de autobuses y en las zonas concurridas.

"El presidente de Tanzania no ha cedido al miedo en tiempos del Covid" es una de las frases más escuchadas en estos últimos días con quien consigo hablar seriamente del tema. Para apoyar su tesis, el presidente ha comenzado una guerra contra la OMS y la efectividad de sus test. Éste afirma que mandó diferentes muestras: humanas, de cabra y hasta de una papaya, todos con edades y nombres tanzanos, habiendo dado positivo la papaya con nombre de mujer.

"Si la gente no tiene miedo es más fuerte, hay que tener precaución, pero no es un país que pueda, como Europa, quedarse en cuarentena." Como siempre hay críticas, pero tampoco parece que nadie tenga una solución mejor.

Tanzania en tiempos del Covid bagamoyo
Gente trabajando en la orilla del mar, Bagamoyo

TANZANIA EN TIEMPOS DEL COVID: ACTUALIDAD

Ya no hay vuelos internacionales que sobrevuelen el país, dejándonos totalmente aislados en esta Tanzania en tiempos del Covid. He pasado a la fase en la que intento sumar paciencia, aceptación y comprensión. Repito como un mantra el Hakuna matata y que, en algún momento, nosotros, saldremos. Volveremos.

Mientras tanto, miro los mercados, los pescadores, la gente con sus puestecitos y sus pequeños restaurantes, que cocinan a nivel del suelo a base de brasa, que lavan los cubiertos en barreños. Al tuctuquero, al motero, al chico que mete gente en un autobús y a la señora que golpea con fuerza la tierra, la que lleva litros de agua en su cabeza y las que caminan distancias por la carretera a diario cargadas con plátanos, aguacates o naranjas. Miro un país donde la media de edad baja un par de décadas respecto a la nuestra. En Tanzania han decidido asumir el Corona como una enfermedad más, me digo, no ceder al miedo y seguir para adelante. Sumará al dengue, a la hepatitis, al ébola y al hambre. Y ¿qué puedo decir? Aunque a mi mente europea le explote la cabeza, lo entiende mi mente viajera, la que entiende que aquí la mayor parte de gente no sólo vive al día, lo sobrevive.

Tanzania en tiempos del Covid vendedores ambulantes en morogoro
Tanzania en tiempos del Covid, y del no Covid. Vendedores ambulantes en la estación de Morogoro

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2020-05-12T16:20:46+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

3 Comments

  1. […] Tanzania en tiempos del Covid | Dejarlo todo e Irse […]

  2. Eri at 18:10 - Reply

    Pude leer tus aventuras, una tras otra. Me llevas de paseo con tus descripciones y reflexiones de este continente. Te extraño! Un abrazo virtual y si se puede, salucita con una chela helada.

    • Patricia at 19:05 - Reply

      ¡Qué bueno Erika! Cómo me alegro. Yo también te extraño. Te mando un abrazo y te brindo en la próxima cerveza.

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