Quizás nunca hayas oído hablar de Saloth Sor, más conocido como Pol Pot, de los jemeres rojos o de la Kampuchea democrática. Mucha gente no sabe nada de esto. Yo no sabía nada de historia de Camboya hasta que llegué ahí, a Phnom Penh, la capital de Camboya. Y desde que descubrí lo que se esconde tras la sonrisa camboyana me prometí contarlo, como pudiese, porque desde que lo supe, si ya apreciaba el quehacer y a los camboyanos, después de indagar un poquito en su historia, me enamoré de ellos.

Cadena perpetua. Tras la sentencia, dos señores mayores, inofensivos, que suman más de ciento sesenta años.

Cadena perpetua, dos palabras que suenan a nada cuando se dirigen a alguien que ya sobrepasó en veinte años la esperanza de vida dada a quien nace hoy en el país que ellos gobernaron, o destrozaron. Algo se habla últimamente de esta masacre que mancha la historia de Camboya, y de los camboyanos. Tras 35 años, y enterrado el propulsor del genocidio, Pol Pot, se intenta hacer justicia condenando a sus únicos líderes supervivientes.

Justicia, aunque sea una palabra que, como tantas otras veces, se quede grande.

No es mi trabajo, ni mi intención, hablar de política, pues hay muchos ya que lo hacen y lo harán mejor que yo, pero hay ciudades que la llevan ligada. Hablar de la una sin la otra no tendría sentido. Hablar de Phnom Penh sin hablar de los jemeres rojos sería como hablar de Berlín sin hablar del muro que durante un tiempo lo dividió.

Cuando llegué a Phnom Penh y toda su historia me explotó en la cara me enfadé conmigo misma. ¿cómo era posible que no tuviese ni idea?

Poco a poco, y hablando con gente, vi que no era la única, que mucha gente desconocía una historia tan reciente pero que no dejaba indiferente. En ese momento decidí que tenía que contarla. No soy historiadora (incluso a veces soy un poco alérgica), ni una gran enterada, así que he hecho un breve (muy breve) resumen con la intención de que incluso los alérgicos a la historia puedan "entender" un poco de qué fue el tema... Y unirlo al Phnom Penh actual.

CÓMO EMPEZÓ TODO  (1969_1975)

Estados Unidos y Vietnam están en guerra, que si Vietnam del norte que si Vietnam del sur. Estados Unidos se cabrea con Camboya ¿cómo es eso de que no vas con nadie? ¡Pues si no vas con nadie seguro que vas con Vietnam! Soy Estados Unidos, apoyo un golpe de estado, alineo Camboya conmigo y así tengo más facilidades para contra el norte de Vietnam.

"Aprovechando" la ocasión ahí estaba la guerrilla que pasaría a ser llamado los Jemeres rojos, tras el mando de un desconocido Pol Pot, y que se vería apoyado de todos los campesinos camboyanos hartos de bombas y de guerras en las que no ganaban nada. En 1975 los jemeres rojos ya tenían el poder sobre Camboya y echaron a los americanos.

CÓMO CONTINUÓ TODO (1975_1979)

Pol Pot creía en un nuevo inicio. Quiso cambiarlo todo, desde la moneda, las ropas hasta el año ¡volvieron al año cero!. Quería una sociedad agraria, totalitaria, sin religiones ni ciudades. Empezar de nuevo, sin intelectuales ni burgueses. Y así lo hizo. Evacuó Phnom Penh, exiliándolos en malas condiciones a otras zonas rurales y alejadas de Camboya. Muchos urbanitas murieron, pero le importaba poco ya que los culpaba de no haber apoyado su golpe y haberse quedado en la ciudad...

Y empezó el (auto)genocidio. Primero los relacionados con el anterior régimen, después todos los intelectuales y después... pues el que hablase otro idioma o llevase gafas.. Paradoja, como que Hitler fuese en realidad austriaco, es que él fue a la universidad y dominaba el francés. Un intelectual, vamos.

Escuela convertida en prisión en Phnom Penh

Buscando el enemigo oculto acabó con la escalofriante cifra de un cuarto de la población camboyana.

CÓMO ACABÓ TODO

Pol Pot veía enemigos en todas partes. Luchaba contra Vietnam al mismo tiempo que buscaba los infiltrados en el interior de su propio partido, persiguiendo y torturando.

Finalmente Vietnam, con los propios camboyanos, tomarían las riendas del país. Lo curioso es que, a pesar de que Estados Unidos sabía lo que ocurría en Camboya, vetaría la intromisión de la ONU por miedo a una mayor fuerza comunista en el sudeste asiático.

PHNOM PEHN HOY

La sonrisa, los tuc-tuc lady? y el movimiento son tres cosas que definen Phnom Penh. Mucha gente dice no gustarle y otros sólo la consideran una ciudad de paso. Yo disfruté en Phnom Penh. Me hubiese quedado unos días, incluso unos meses. De alguna forma, se convirtió en uno de mis 7 amores de mi vida. Su paseo a la orilla del río, su parque frente al palacio real, su mercado nocturno y sus sonrientes vecinos. Siempre es buen momento para una sonrisa, para una negociación o un intento de charla. Sentarse en cualquier lugar y observar, disfrutar del ajetreo, y, seguramente, tras unos minutos, alguien se acercará a darte conversación, o al menos compañía (el inglés todavía es su asignatura pendiente).

Una barbería cualquiera en Phnom Penh

Y tras esto, su otra cara. La cara que esconde aquel pasado no tan lejano, y que, lamentablemente, son los puntos de interés de la ciudad. Tuc-tuqueros, recepcionistas y camareros te ofrecerán excursiones, datos y horarios de visitas de aquellos lugares que todavía les atormentan. Y con una sonrisa. La escuela transformada en prisión en  la que los "enemigos" eran torturados, como si el hecho de perseguir a los "intelectuales" no fuese ya suficientemente explícito.

La S21, como fue llamada la prisión, permanece intacta en algunos de sus edificios, pudiendo pasear entre lo que eran las celdas que crearon en las aulas u observar las camillas de tortura. Se mantienen los carteles que informaban de las normas (muchas de ellas inhumanas) y los mástiles que un día sirvieron para educación física pero otro para torturar a los camboyanos boca a bajo e introducirlos en grandes vasijas con agua.

Centenares de fotos inundan las aulas que han sido modificadas. Ojos que se clavan en tu mirada y que  te prometes no olvidar.  A la salida, uno de los supervivientes se sienta en un banco para recordar en voz alta junto a todo aquel que quiera escuchar. Y los killing fields, los campos de la muerte, a las afueras de la ciudad, todo un memorial a lo sucedido. Porque por si no fue suficientemente duro vivirlo, han de recomendarlo cada día. Y con una sonrisa. Una sonrisa que quizás les ayude a olvidar y a que otros no lo olviden jamás.

Hoy se hace justicia, aunque justicia sea una palabra que, como tantas veces, se quede grande.