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La tranquilidad de Mae Hong Son y la tribu Kayan, o mujeres jirafa

Todo el mundo me habló de Mae Hong Son, de su lago, de sus montañas, de su belleza. Y nadie mintió. Pero nadie me habló de su tranquilidad y de sus horas bajas. Pero antes de huir de la más absoluta tranquilidad de Mae Hong Son me planté en un pequeño poblado de la tribu Kayan, también conocida como las mujeres jirafa.

Tanto mi amigo tailandés de Ayutthaya como mi nueva amiga belga me hablaron maravillas de aquel pequeño pueblo rodeado de montañas. "Si tienes tiempo, tienes que ir a Mae Hong Son" "es precioso". El tiempo lo tenía, y las ganas también. Estaba emocionada por lo que sería mi siguiente visita: un lugar bonito, auténtico, y sin contaminar por cientos de turistas. El plan me gustaba. Sonaba bien. Tras unas cuantas horas de autobús, con unas vistas maravillosas a las que me empezaba a acostumbrar viajando por el norte de Tailandia, llegué a la estación de autobús. Una vez en Mae Hong Son, y rechazando unos cuantos tuc-tucs, me cargué la mochila al hombro y comencé a andar. El centro de la ciudad, el lago, y todos los hostales no estaban a más de 2 kilómetros de allí, y, al principio, me pareció buena idea. El sol apretaba y el camino se hizo pesado, pero la realidad es que era una distancia muy realizable, y a unos metros de llegar a la zona una señorita en moto ya me ofrecía un hostal en el que poder quedarme.

El pueblo cumplió todas las promesas de mis amigos: era precioso, rodeado de montañas y tenía un lago en el que a la noche el templo quedaba reflejado.  Simplemente precioso.

atardecer mae hong son anochecer mae hong sonPero tan apagado, en horas tan bajas, en temporada de lluvias, que todo parecía un auténtico reto. ¡Hasta encontrar una moto que alquilar se me hizo imposible! Al día siguiente, y sin haber pasado 24 horas en el pueblo decidí que me marchaba. Ese lugar... no era para mí. No al menos de momento. Cargada con mi mochila y de camino a la estación me crucé con un pequeño negocio de actividades, parecía abierto y hasta la señora del interior parecía sorprendida de que yo me plantase en la puerta. Le costó comprender que quizás estaba interesada en algo que ella me podía ofrecer. Estaba en la zona de las tribus de montaña por excelencia, apartada de las más turísitcas, y no queria perder la oportunidad de visitar una de ellas: la tribu Kayan, Long Neck, también llamada mujeres jirafa. Tuve mis pensamientos respecto a lo ético del asunto ¿está bien visitar una tribu que a su vez parece tan explotada por el turismo? ¿será todo un show? ¿estaré apoyando un negocio de seres humanos? Finalmente pudo la curiosidad, como casi siempre. Quería sentir de primera mano qué pasaba, cómo era la situación y saber si la escapada merecía o no la pena. Al fin y al cabo, no siempre se tiene la oportunidad de estar tan cerca de algo tan especial, y quién sabe si esa sería mi última oportunidad.

Por algo menos de lo que la señora pedía inicialmente, negocié para que me llevase hasta allí, pasando después por el templo de la montaña y finalmente llevarme a la estación. Llegar hasta el pueblo es sencillo, está indicado, y con una moto (¡quién la hubiese encontrado!) no es más complicado que conducir hasta allí teniendo especialmente cuidado en ciertas zonas algo encharcadas. En el camino hasta allí hicimos dos paradas inevitables... ¡mirad porqué!

OLYMPUS DIGITAL CAMERA OLYMPUS DIGITAL CAMERANada más llegar, los carteles, los puestecillos de la entrada y los anillos del cuello preparados para probártelos te hacen pensar que todo es un negocio que espera tu visita. Y así es. Todo está preparado para que quien, con cámara de fotos en mano, se lleve las instantáneas que tanto desea. Por supuesto me pusieron los anillos e incluso un pañuelo rosa que apareció "casualmente" para la ocasión. La foto turística ya la tenía.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA Pero yo quería dar un pasito más allá. Estando allá ya no me importaban tanto las fotos, si no la historia. Quería saber si todo eso era real, si seguían portando los anillos por tradición o lo hacían por negocio, y si a pesar de no tener la nacionalidad tailandesa podían dejar el poblado y moverse por el resto del país.

Pero no fue tarea sencilla.

El mercadillo en el que se había convertido el poblado sólo estaba atendido por unas pocas señoras que llevaban los anillos. Las señoras, al verte acercarte, te llamaban mostrándote todas sus "manualidades" que tenían a la venta. La sensación agridulce se hacía cada vez más intensa. ¿Qué estaba yo haciendo allá? ¡Pues ver algo único en el mundo! Siempre las habia visto en la tele...

tribu kayan Mae Hong Son tribu bigear mae hong sonNo fue hasta que en uno de los puestecitos comencé la charla con una de las chicas que, casualmente, hablaba bastante inglés. Fue agradable hablar con ella. Preguntarle todo lo que se me ocurría, hablarle de España. ¿Conocía ella España? Según ella, yo era la primera turista del día y, además, occidental, lo que, parece ser, no ocurría con frecuencia. La razón de los aros es tan sencilla como responder porqué las mujeres se maquillan, se depilan o pasan por los rayos UVA: la belleza. El dicho de "para presumir hay que sufrir" llevado al extremo. Me contaba cómo van añadiendo aros hasta la edad de 25 y cómo son cambiados cada tres años. ¿Y los chicos? ¿tienen algún ritual de belleza? La pregunta me salió tan del interior que a las dos pareció sorprendernos. Ella rió y negó con la cabeza. ¡Parece que los chicos siempre lo tienen más fácil! Las dos reímos y seguimos hablando. ¿Te gusta esto? ¿estás casada? ¿Y puedes salir fuera del pueblo? ¿te ponen pegas? ?¿te gusta? Todas las respuestas fueron positivas... excepto la última. Parece ser que el exterior era demasiado ruidoso para alguien acostumbrada a la "calma". Y lo digo así porque puedo imaginar que en días de mucho turismo calma es lo que menos se respira en aquel pueblo.... ¿y el cuello? ¿te duele cuando te quitas los anillos? ¿se cae? Admito que me avergoncé al escucharme decir esta última pregunta.... ¡pero tenía tanta curiosidad! Es lo que siempre se dice, que es peligroso porque pueden romperse el cuello. Ella, paciente, sonrió una vez más. Negó efusivamente la cabeza, pero a decir verdad, tampoco es que tuviese demasiados anillos alrededor de su cuello.

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Me dí una vuelta por el resto del poblado, por eso de aprovechar el viaje. Tenía curiosidad de cómo sería, si podía observar niñas más pequeñas con ese tipo de joyas y cómo serían los hombres, porque, de momento, no había visto ninguno. El poblado no era diferente de aquel que vi en Mae Sariang, pero podría decir que incluso era más pequeño y menos "auténtico", sin poder explicaros realmente en que me baso para hacer esta afirmación. Supongo que quizás por la poca sorpresa que parecía causarles la presencia de alguien "extraño" por aquellas tierras, o la indiferencia ante una cámara de fotos. Allí, sin duda, los turistas pasaban a menudo.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA OLYMPUS DIGITAL CAMERAY me despedí del poblado con la misma sensación agridulce con la que habia entrado. Sin comprender aquel mundo, aquel teatro, en el que todo el mundo parecía tener montado su propio negocio.

La señora me esperaba allí afuera para continuar con el tour pactado. En unas horas dejaba Mae Hong Son y estaría en Pai, un pequeño pueblo que me podría haber atrapado entre sus polvorientas calles....

vistas de mae hong son

2016-01-16T23:48:46+01:00

About the Author:

¡Hola! Soy Patricia. Viajo sola desde 2014, cuando cargando mil miedos en mi mochila dejé mi trabajo en una farmacéutica y me marché al Sudeste asiático sin billete de vuelta. Ya he recorrido sola 4 continentes. Enamorada de viajar sola, lento y a dedo, y luchando por sentirme cada vez más libre, ahora me dedico a animar a otras mujeres a hacer lo mismo siendo cabeza y manos del blog Dejarlo Todo e Irse.

2 Comments

  1. Anónimo at 20:31 - Reply

    Chica que manera de expresarte deberias haber estudiado periodismo. Gracias por trasportarme como si yo estuviera alli un beso

    • prisxd at 12:56 - Reply

      ¡Muchas gracias! Ya ves... ¡me fui para la ciencia! Me alegra que te transportes conmigo... 🙂

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