Como ya conté, llegar a Croacia no es difícil. Nuestro avión nos cogió en Barcelona y nos dejó en Dubrovnik. Desde allí, y tras cambiar nuestros euros a kunas, cogimos un autobús que nos esperaba en la misma puerta para llevarnos hasta la ciudad. El autobús en menos de media hora nos había dejado en destino, la estación de autobuses. Sólo realizó una parada más, en el casco antiguo de la ciudad, que está a una media hora andando de autobuses, por lo que es importante saber a dónde quieres ir antes de bajarte (esto parece una tontería, pero cuando viajas a veces ¡no sabes a dónde vas!).

Nuestro hostal estaba muy cerca de la estación de autobuses, apenas 600 metros. Eso sí, nadie dijo que los 600 metros fuesen en llano, ni que recorrer 600 metros en continua subida fuese sencillo (eso me pasa por no mirar la opción de relieve en google maps).

 Todo el esfuerzo se nos olvidó (un poco) al ver las vistas. Habíamos subido tanto que si desde allí no había una vista bonita no podía haberla desde ningún otro lado.

Dubrovnik me sorprendió por su cuidado casco histórico, por sus paisajes y por su cantidad de turismo. Por otro lado, también me sorprendió la quietud una vez fuera de las murallas del centro. Como ya expliqué, fue imposible encontrar un restaurante fuera de la parte más turística. La ciudad, aunque es manejable, no es pequeña (sobre todo cuando tienes la SOBE en lo alto de la colina "cerca" de la estación de autobuses).

De Dubrovnik nos trasladamos hasta Zagreb, aunque nuestro destino principal era el parque nacional de los Lagos de Plitvice, catalogada en el Patrimono de la UNESCO en 1979. Aunque diferentes fuentes nos habían comentado el escaso interés turístico de Zagreb, decidimos pasar por Zagreb para echarle un vistazo rápido (al fin y al cabo era una pena estar tan cerca y no ver la capital del país) y porque, además, la comunicación de autobuses era bastante mejor: el autobús directo al parque salía de par de mañana y llegaba por la tarde lo que significaba todo un día perdido en el viaje, mientras que hasta Zagreb tomaríamos un autobús nocturno que nos evitaría una noche de SOBE. Los horarios están escritos en la estación, aunque a modo indicativo también se pueden encontrar aquí.

Como comentarios claves para coger este autobús es que compres el billete con antelación (basta con un día, pero si vas una hora antes quizás ya no tengas porque va bastante completo) y no te olvides de llevar tu pasaporte junto a ti. El autobús pasa por Bosnia Herzegovina, apenas un trayecto de 15 minutos, pero te paran en la frontera y sube la policía a hacer revisión de pasaportes. Confían bastante, en los españoles al menos, ya que yo me olvidé el pasaporte en la mochila que estaba en el maletero (ese son el tipo de cosas que yo hago...) y no me hicieron bajar a por él.

Como comentario así general para todos los autobuses (exceptuando el del aeropuerto), que a nosotros nos sorprendió mucho, es que tienes que pagar 7 kunas (un euro aproximadamente) por cada bulto que introduces en el maletero del autobús. 

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